mardi 26 août 2008

En México...

Poco se puede contar en tres minutos y medio. Es el tiempo que resta para que el ordenador de este ciber-café se apague y vuelva a salir a la calle; la calle de...Oaxaca. Unos días en México me han servido para ir "templando" mi percepción de este país. Entre los nervios, la incertidumbre, la indecisión... tampoco estos momentos estoy siendo muy productivo. Pero espero seguir escribiendo, seguir contando lo que veo en este blog. Si soy sincero, ya hay cientos de cosas que me han dejado sorprendido, miles de detalles que me han parecido realmente interesante. No sé preocupen, pronto tendrán noticias mías.
¡Hasta pronto!
10, 9, 8 7, ... ¡Desconex...

lundi 11 août 2008

Patrias y banderas en Pekín


Huérfano de colores patrióticos e himnos nacionales. Yo, y seguro que muchos millones de individuos mirando la televisión, leyendo las noticias y analizando con detalle las clasificaciones de los Juegos Olímpicos de Beijing, tienen la misma sensación que un servidor. ¿Cuál es mi bandera?

Resulta que no se me eriza la piel cuando veo desfilar a la delegación de España; ni tampoco la de Ghana, la de Bermudas, la de Bélgica…Ni mi autoestima se hincha cuando un esgrimista apabulla a un arrogante italiano y “nuestro” honor patrio-mediterráneo queda demostrado. Ni se me ponen los pelos de punta cuando cualquier atleta ganador de “X” distancia sube al podio y fija su mirada en el horizonte. Él deja que suene la melodía enlatada, interpretada por la mejor de las mejores bandas oficiales del país, piensa que es una desgracia que esos extraños músicos nunca se conmovieran disfrutando de los acordes de su himno, como él. Y sigue deleitándose juntos a sus compatriotas.

“Qué te pasa”, “No me creo que no sientas algo especial”… me espetarán algunos. Y yo, no dejaré de sentirme un alienígena en un planeta desconocido. ¿Estaré enfermo? ¿Tendré esa enfermedad de las personas insensibles? Y por eso sigo pensando, cual será mi Patria.

Porque sucede que el rojo y el amarillo no me dicen nada. Ni el rojo estrellado. Ni las barras rojiblancas (ojo, no confundir las del Athletic) salpicadas de azul. Sin embargo, sentado en mi sillón, existen otros elementos deportivos que consiguen mantenerme pegado al televisor. Por ejemplo, ver a la selección española de ciclismo. ¡Qué demostración de fraternidad! (De “buen rollo”). ¡Qué demostración de entrega desinteresada, de coordinación, potencia… sólo en casa me pongo a gritar. Esas son mis banderas, hechas de sensaciones, de atributos, de aptitudes y actitudes; y no simplemente de colores.

¿Qué o cual es mi Patria? El deporte sí es mi Patria. Una “patria” que despojo de cualquier significado nacionalista. Mejor lo reescribo. Desnudémoslo de conceptos economicistas, incluso de racistas. El deporte comienza por la humildad y llega al éxito personal, pasando por un largo sendero de tozudez, ambición y sacrificio.

Yo tengo mi propio ranking personal en el medallero. Samuel Sánchez ganó la primera para mi equipo. Conozco pocos deportistas, pero he tratado con bastantes. Si hay una persona que creo que se merece subirse a mi podium ese es el asturiano. Incluiré, pues, los metales que a mí me parezcan dignos de sumarse a la lista. Los que me hayan hecho vibrar, los que me demuestren que han sido merecidos y ganados con humildad. Los Chinos pueden tener más de doscientas, pero yo tengo las buenas.