lundi 28 juillet 2008

Próxima estación

Soñaba con un idílico amanecer. Que los pájaros pioneros me alegraran su mañana. Que los primeros viandantes se adelantaran a los ejecutivos tan rutinarios, tan productivos.
Soñaba con los primeros rayos de sol asomándose por el horizonte, destellos interrumpidos por alguna inoportuna nube que adornara el paraíso. Que los mendigos proseguieran su sueño y los coches retrasarán su ruido.

Asquerosamente rutinario amanacer que puntual ilumina nuestras vidas. El cielo está nublado. Siete y cuarenta. La tele repite, vomita constantemente la idéntica actualidad cada treinta minutos. Me asomo a la ventana y la predicción del tiempo acierta: "se mantienen las temperaturas y existe riesgo de precipitaciones en el noreste de la península".
Tarragona se despierta con una densa capa de nubes, blancas, grises, blancas y grises. Intespetivas brigadas de limpieza. Los camiones descargan el género. Nada se mueve, la ciudad continúa dormida. No hay objeto que rompa este silencio. Nadie excepto esos trabajadores de la frutería de la esquina. Una vez más, puntuales a su cita. A ritmo de mariachi descargan la fruta.

Soñaba con una ciudad que me abrazara en mi despedida. Soy yo quien la abrazo en esta vigilia. Nadie, o casi nadie, se atreve a negar el cariño de alguien que se lo otorga.
Soñaba con despedir este ciclo acordándome, homenajeando ante la pantalla a los elementos de este ciclo que apura sus últimos instantes. Tarragona. Soñaba con despedirme de todos y todas vosotras dedicándoos estas líneas. Gracias por leerme. Soñaba con cerrar el ciclo y quedarme tranquilo. Sólo faltaba sentarme y dejar que la inspiración (una falacia según algunos) siguiera su curso. Si las horas delante de este ordenador dieron su fruto, fue gracias a todo lo explico. Gracias a... los elementos de este ciclo.

Tengo un billete de ida. Parece que abandono. Reculo hasta la próxima estación. Espero seguir contando con la ilusión de sentirme algún día catapultado hasta otra experiencia. Volver a iniciar un ciclo, dejarme llevar, ponerme nervioso, excitarme con los nuevos encuentros, sentirme inseguro ante ciertas dificultades, llorar si es preciso... y volver a vivir otra etapa hasta cerrar un nuevo ciclo. Planear todo eso es lo que me impulsa a seguir vivo.

¡Hey! Quizás nunca se talarán árboles para que publique un libro. Quizás no llegue a tiempo. Mientras tanto, seguid acompañandome en este camino que como mi compañero dice, "es la novela de nuestra vida".

Muchas gracias, se baja el telón. Se acaba la función. Dejen los aplausos para otra ocasión.

Julen




Vine escribiendo

mercredi 23 juillet 2008

¿Por qué no decirlo?

¡Abre los ojos idiota! Pero no pongas tus ojos más haya del horizonte que abarca tu mirada. Estoy aquí, aquí mismo. Más cerca de lo que tú te piensas. Puedes estar rodeado de personas y sentirte solo, desamparado. Puedes tener la sensación de que el gritar no te servirá de nada, porque nadie se sobresalta alrededor tuyo. Puedes investigar, mirar, y seguir sintiéndote alienado. Pero no se trata de seguir buscando, sino de identificar lo que tienes entre manos, de investigarlo, cuidarlo, mirarlo, manosearlo como es debido. Puede que esté aquí mismo, y todavía sientas su presencia como un ser extraño. Seguro, te atormentas porque tu búsqueda no tuvo éxito; pero no eres capaz de escrutar correctamente lo que te encontraste en tu camino. Incapaz de disfrutarlo.

Las personas nos dan la oportunidad de recorrer ese largo sendero.
No merece prolongar la búsqueda eternamente; o sí, ¿quién sabe? Deja de pensar en ti, en tus problemas; relájate y concéntrate en lo que te están contando. Puede que en esas palabras se esconda una historia digna de ser escuchada; seguro. Puede que la historia deseada, el fragmento del puzzle, esté pasando por delante de tus ojos en estos momentos. No pierdas la oportunidad de completar, sentirte satisfecho. Haz que la vida del prójimo forme parte de tu historia y vaya participando en la escritura de tu novela.

Quizás te sea difícil desprenderte de esos prismáticos que visten tu mirada, queriendo acercar los horizontes lejanos y romper los límites que marcan a lo lejos las montañas. Quizás intentes mirar más allá y te sientas inútil, sin poder percibir el aroma de alguien que está a tu lado; sin poder sentir sus caricias; sin palpar sus manos; Quizás merezca la pena escuchar el susurro de alguien que está a tu lado.

¡Abre los ojos idiota! Pero no pongas tus ojos más haya del horizonte que abarca tu mirada. Estoy aquí, aquí mismo. Más cerca de lo que tú te piensas.

Tu novela, mi novela. No vendrán de tierras lejanas para abrirnos las páginas de este libro y rellenarlo con aventuras inolvidables. Hagamos que los actores se acerquen a nosotros y convirtámoslos en protagonistas. O aún mejor, dejemos que aquellas personas que ya tenemos a nuestro alrededor empuñen la espada, la pluma, y participen en la novela de nuestras vidas.

jeudi 17 juillet 2008

Parte II. La sociedad del riesgo

En España tenemos un claro ejemplo. Hasta no hace mucho tiempo, el terrorismo era el primer problema de la sociedad española. El 36% de los individuos españoles se sentían amenazados por el terrorismo de ETA, aún sin ser objetivos directos de la banda (Noticias de Gipuzkoa, 7 de julio de 2006). La sensación de riesgo había sido inyectada en el seno de la sociedad durante una campaña mediática y política de varios años. Sin embargo, la probabilidad de ser víctima de un atentado es sensiblemente menor que sufrir malos tratos, padecer una depresión por estar en el paro, angustiarse por tener que trabajar 50 horas semanales para pagar la hipóteca...
¿Quién se beneficiaba de generar ese alarmismo? Los mismos que se encargaban de generarlo: los medios de comunicación y los partidos políticos. Los primeros porque ya tenían la máquina engrasada para cubrir esa pseudo-actualidad sin grandes esfuerzos, y lo hacían por inercia (resulta mucho más complicado hablar de antropología social y explicar la actitud de los maltratadores que explicar las últimas detenciones de la policía, que por cierto, sirve la información perfectamente masticada por su pseudo-gabinete de comunicación). Con los partidos políticos sucedía algo parecido: detener terroristas y tranquilizar a la galería era más rentable, en votos, que intentar repartir la riqueza con éxito, o entrar en un verdadero debate democrático sobre la vertebración nacional (por poner un par de ejemplos).
Cuando estaba en la universidad caló en mí un mensaje que no sé exactamente dónde ni cómo se materializó. Supongo que gracias a la acumulación de informaciones recibidas. Era el siguiente: el problema con el terrorismo será perpetuo. Motivo: otorga votos y nadie renunciará a ello.
Actualmente hemos podido comprobar que el terrorismo habría seguido siendo el problema que capitalizara discursos políticos, discursos mediáticos (¡ojo!, no el “debate social”, las conversaciones que mantienen las personas de la calle, precisamente) si no hubieran tenido lugar los últimos acontecimientos. La crisis económica, por ejemplo, ha apartado de los titulares a los encapuchados. Por ende, el principal problema de la sociedad es, actualmente, la crisis económica, y no la amenaza terrorista. ¿Podría ser éste un primer paso para la solución del conflicto? Evidentemente, sí. Si a alguien no se le hace caso, se le ignora (en la medida de lo posible), queda marginado y alienado, no quedándole otro remedio que desaparecer o integrarse en la sociedad que le excluye.
Por lo tanto, el miedo (riesgo, amenaza) al cual hace referencia Ulrich Beck en sus argumentaciones cumple su efecto. El principal objetivo del terrorismo es sembrar el temor indiscriminadamente en una sociedad concreta, tener a las personas atemorizadas mediante actos terroristas. Mi hipótesis es la siguiente: los medios de comunicación y los políticos han mantenido esa tensión de pánico durante los últimos años. De hecho, han actuado como cómplices de los terroristas dándoles cobertura, dándoles presencia en el espacio público. Han actuado, pues, conjuntamente. Partidos políticos, terroristas, medios informativos, todos ellos se han retroalimentado para cumplir, cada cual, sus objetivos. Si la amenaza de un atentado terrorista sólo hubiera sido percibido por un uno por ciento de la población española, los terroristas no habrían cumplido sus objetivos.
A nivel mundial tanto a nivel estatal, las tornas se han invertido. Existe, actualmente una pugna para dilucidar cual de las amenazas vigentes toma el mando del discurso mediático y político. El problema de las viviendas, la construcción, las hipótecas; el cambio climático; la amenaza terrorista a nivel mundial (está perdiendo fuerza)... lo que está claro es que caminamos hacía la hegemonía de alguna amenaza a nivel global. Los problemas locales se van diluyendo. Por lo tanto, considero que los agentes intentan que nuestra percepción vital sea mundial y globalizada, pero observo que este hecho se aleja de las realidades personales. Todavía no estamos preparados para que el deshielo de los polos nos preocupe tanto como la plaga de cucarachas que padece nuestro vecindario.
Y yo me pregunto, ¿Porqué mi principal preocupación es encontrar un buen empleo, para ganar dinero y comprarme un piso? ¿Porqué sentirse amenazado por el terrorismo si tengo más probabilidades de matarme en un accidente de tráfico o por un cáncer provocado por el tabaco? ¿No serán, todos ellos y muchos más, sentimientos de riesgo, de amenaza, artificiales y creados interesadamente por alguien que basa su poder en el papel de protector que le otorgamos?
Ulrich Beck apunta que “las catástrofes climáticas y las crisis petroleras harán desaparecer los peligros de la energía nuclear”. Todo es cuestión de percepción. Sin petróleo, necesitamos eliminar las connotaciones negativas de la energía nuclear. “La subida de los precios de la gasolina beneficia al medio ambiente, pero amenaza con llevar a una recesión colectiva. La explosión de los costes de energía hace disminuir el nivel de vida y genera riesgos de pobreza en el seno de la sociedad”, apunta el sociólogo que ha inspirado este artículo.

mercredi 16 juillet 2008

La sociedad del riesgo. Parte I


“A decir verdad, la subida de los precios de la gasolina beneficia al medio ambiente”
Ulrich Beck, sociólogo (El País, 16 de julio de 2008).

Existen cosas inexplicables, y cosas difícilmente comprensibles. Por muy interiorizadas que las tengamos, por muy socializadas que estén, por muchas veces que alguien nos las haya explicado... hay cosas que son inaccesibles para nuestra mente. Cuántas veces nos habrá pasado que tras haber escuchado doscientas veces una palabra sepamos dónde utilizarla, pero desconozcamos el significado exacto de la misma. Quizás la estemos utilizando de manera incorrecta.
Pongamos otro caso, por ejemplo, una de esas preguntas que me hice en mi pubertad. Mi tío se pasó una mañana entera intentando explicarme cómo funcionaba La Bolsa (de valores). Tenía la sensación de que aquello era como echar una quiniela, un juego, casi un sorteo, en el que algunos se hacían millonarios gracias a un poco de pericia y grandes dosis de fortuna. Escuché una y otra vez la explicación, pero seguí sin tenerlo muy claro.
Era tan inocente que la ecuación que dibujaba mi mente era la siguiente: si en el mundo existe un capital de recursos de, pongamos, 100 unidades, esas unidades se distribuirán en función de quién tenga más o menos suerte (y ojo crítico para adivinar el resultado de la apuesta). Es decir, si las empresas de la bolsa española aumentan su valor en bolsa, será porque han conseguido reunir más capital, más recursos que sus competidoras. Teniendo en cuenta que los recursos naturales (que a la postre son los que generan beneficios económicos) son limitados y cuantificables, la bolsa lo único que hacía era repartir entre los distintos países la riqueza económica. En definitica, pensaba que el enriquecimiento de unos estaba directamente relacionado con el empobrecimiento de otros. Mi tío se empeñaba en decirme que estaba equivocado.
Desde aquella conversación he visto que nuestro bienestar ha ido en aumento año tras año. La bolsa ha subido, las economías mundiales de los países desarrollados han mejorado... pero era evidente que este impulso desarrollista tenía que explotar en algún momento. Al fin y al cabo, la tésis apuntada más arriba se ha confirmado. Hemos descubierto que la explotación del medio ambiente por parte del ser humano capitalista tiene límite. Las grandes empresas contructoras, energéticas, químicas, etc. se han enriquecido gracias a la sobreexplotación del planeta. Ahora ya sabemos quien ha ido restando sus unidades: la naturaleza.
El deterioro de la naturaleza, el lugar que pisamos y habitamos, amenaza con hacer de nuestra existencia una agonía. Ulrich Beck lleva años catalogando la sociedad contemporánea como “la sociedad del riesgo”. Vemos peligros por todas partes. Nuestros dirigentes se muestran dispuestos a salvarnos de ellos, se empeñan en mostrarse como agentes capacitados. ¿Pero muerto el peligro, para qué servirían los políticos? En el fondo, les interesa que la amenaza esté ahí, para seguir salvándonos de ella, por lo menos mediante los discursos.

mercredi 9 juillet 2008

Crisis creativa

Vuelve a escribir tras un periodo de inactividad. El escritor, el poeta, el artista al fin y al cabo, supera el tiempo de crisis y vuelve a crear. Momentos de crisis ineludibles, que paralizan nuestras herramientas, solidifican la pintura de nuestros pinceles, congela nuestros dedos o seca la tinta de nuestras plumas.
Fíjense, tan fácil como sentarse a escribir. Mantener el jodido culo quieto durante un instante, dejar que mi mente envíe órdenes y mis manos las ejecuten. El tiempo es estéril ante las sacudidas de la crisis.
Una, dos, tres semanas de inactividad. Hubieran podido ser cuatro, o cinco; o una eternidad, si no llega a ser por estas líneas. La crisis me ha atrapado y no me ha dejado articular palabra. Espero no haberos perdido en todo este tiempo.
La mierda de rutina alimenta nuestras almas. La rutina que nos convierte en fieras enjauladas dentro de un universo de libertad camuflada. Necesito la rutina, las pautas, para sentarme y crear. ¡Qué paradoja! Necesito fragmentar el día, controlar el tiempo, ubicarme en mi espacio, mi fragmento de espacio a la fuerza familiar… para creerme y sentirme concentrado y escupir verdad.
Llevo un mes paralizado por la ausencia de mi compañera la rutina. Llevo un mes pensando en qué puedo pensar. Llevo un mes escudriñando en las historias del pasado y planificando el futuro. Llevo un mes concentrando mis sentidos y buscar algo en lo que preocuparme. Llevo un mes paralizado, sin sentir, sin reír, sin llorar, sin vivir. Un mes blanco, pero necesario.
Pensad sobre las rutinas personales: las pautas de nuestra vida, las obligaciones y diversiones que hacen que nuestro ser viva de una manera o de otra. Analizarlas, pensad en ella, y quizás os deís cuenta de que llegó el día de cambiar de rumbo. O no, quien sabe.
Un abrazo
Julen