mercredi 16 juillet 2008

La sociedad del riesgo. Parte I


“A decir verdad, la subida de los precios de la gasolina beneficia al medio ambiente”
Ulrich Beck, sociólogo (El País, 16 de julio de 2008).

Existen cosas inexplicables, y cosas difícilmente comprensibles. Por muy interiorizadas que las tengamos, por muy socializadas que estén, por muchas veces que alguien nos las haya explicado... hay cosas que son inaccesibles para nuestra mente. Cuántas veces nos habrá pasado que tras haber escuchado doscientas veces una palabra sepamos dónde utilizarla, pero desconozcamos el significado exacto de la misma. Quizás la estemos utilizando de manera incorrecta.
Pongamos otro caso, por ejemplo, una de esas preguntas que me hice en mi pubertad. Mi tío se pasó una mañana entera intentando explicarme cómo funcionaba La Bolsa (de valores). Tenía la sensación de que aquello era como echar una quiniela, un juego, casi un sorteo, en el que algunos se hacían millonarios gracias a un poco de pericia y grandes dosis de fortuna. Escuché una y otra vez la explicación, pero seguí sin tenerlo muy claro.
Era tan inocente que la ecuación que dibujaba mi mente era la siguiente: si en el mundo existe un capital de recursos de, pongamos, 100 unidades, esas unidades se distribuirán en función de quién tenga más o menos suerte (y ojo crítico para adivinar el resultado de la apuesta). Es decir, si las empresas de la bolsa española aumentan su valor en bolsa, será porque han conseguido reunir más capital, más recursos que sus competidoras. Teniendo en cuenta que los recursos naturales (que a la postre son los que generan beneficios económicos) son limitados y cuantificables, la bolsa lo único que hacía era repartir entre los distintos países la riqueza económica. En definitica, pensaba que el enriquecimiento de unos estaba directamente relacionado con el empobrecimiento de otros. Mi tío se empeñaba en decirme que estaba equivocado.
Desde aquella conversación he visto que nuestro bienestar ha ido en aumento año tras año. La bolsa ha subido, las economías mundiales de los países desarrollados han mejorado... pero era evidente que este impulso desarrollista tenía que explotar en algún momento. Al fin y al cabo, la tésis apuntada más arriba se ha confirmado. Hemos descubierto que la explotación del medio ambiente por parte del ser humano capitalista tiene límite. Las grandes empresas contructoras, energéticas, químicas, etc. se han enriquecido gracias a la sobreexplotación del planeta. Ahora ya sabemos quien ha ido restando sus unidades: la naturaleza.
El deterioro de la naturaleza, el lugar que pisamos y habitamos, amenaza con hacer de nuestra existencia una agonía. Ulrich Beck lleva años catalogando la sociedad contemporánea como “la sociedad del riesgo”. Vemos peligros por todas partes. Nuestros dirigentes se muestran dispuestos a salvarnos de ellos, se empeñan en mostrarse como agentes capacitados. ¿Pero muerto el peligro, para qué servirían los políticos? En el fondo, les interesa que la amenaza esté ahí, para seguir salvándonos de ella, por lo menos mediante los discursos.

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