jeudi 17 juillet 2008

Parte II. La sociedad del riesgo

En España tenemos un claro ejemplo. Hasta no hace mucho tiempo, el terrorismo era el primer problema de la sociedad española. El 36% de los individuos españoles se sentían amenazados por el terrorismo de ETA, aún sin ser objetivos directos de la banda (Noticias de Gipuzkoa, 7 de julio de 2006). La sensación de riesgo había sido inyectada en el seno de la sociedad durante una campaña mediática y política de varios años. Sin embargo, la probabilidad de ser víctima de un atentado es sensiblemente menor que sufrir malos tratos, padecer una depresión por estar en el paro, angustiarse por tener que trabajar 50 horas semanales para pagar la hipóteca...
¿Quién se beneficiaba de generar ese alarmismo? Los mismos que se encargaban de generarlo: los medios de comunicación y los partidos políticos. Los primeros porque ya tenían la máquina engrasada para cubrir esa pseudo-actualidad sin grandes esfuerzos, y lo hacían por inercia (resulta mucho más complicado hablar de antropología social y explicar la actitud de los maltratadores que explicar las últimas detenciones de la policía, que por cierto, sirve la información perfectamente masticada por su pseudo-gabinete de comunicación). Con los partidos políticos sucedía algo parecido: detener terroristas y tranquilizar a la galería era más rentable, en votos, que intentar repartir la riqueza con éxito, o entrar en un verdadero debate democrático sobre la vertebración nacional (por poner un par de ejemplos).
Cuando estaba en la universidad caló en mí un mensaje que no sé exactamente dónde ni cómo se materializó. Supongo que gracias a la acumulación de informaciones recibidas. Era el siguiente: el problema con el terrorismo será perpetuo. Motivo: otorga votos y nadie renunciará a ello.
Actualmente hemos podido comprobar que el terrorismo habría seguido siendo el problema que capitalizara discursos políticos, discursos mediáticos (¡ojo!, no el “debate social”, las conversaciones que mantienen las personas de la calle, precisamente) si no hubieran tenido lugar los últimos acontecimientos. La crisis económica, por ejemplo, ha apartado de los titulares a los encapuchados. Por ende, el principal problema de la sociedad es, actualmente, la crisis económica, y no la amenaza terrorista. ¿Podría ser éste un primer paso para la solución del conflicto? Evidentemente, sí. Si a alguien no se le hace caso, se le ignora (en la medida de lo posible), queda marginado y alienado, no quedándole otro remedio que desaparecer o integrarse en la sociedad que le excluye.
Por lo tanto, el miedo (riesgo, amenaza) al cual hace referencia Ulrich Beck en sus argumentaciones cumple su efecto. El principal objetivo del terrorismo es sembrar el temor indiscriminadamente en una sociedad concreta, tener a las personas atemorizadas mediante actos terroristas. Mi hipótesis es la siguiente: los medios de comunicación y los políticos han mantenido esa tensión de pánico durante los últimos años. De hecho, han actuado como cómplices de los terroristas dándoles cobertura, dándoles presencia en el espacio público. Han actuado, pues, conjuntamente. Partidos políticos, terroristas, medios informativos, todos ellos se han retroalimentado para cumplir, cada cual, sus objetivos. Si la amenaza de un atentado terrorista sólo hubiera sido percibido por un uno por ciento de la población española, los terroristas no habrían cumplido sus objetivos.
A nivel mundial tanto a nivel estatal, las tornas se han invertido. Existe, actualmente una pugna para dilucidar cual de las amenazas vigentes toma el mando del discurso mediático y político. El problema de las viviendas, la construcción, las hipótecas; el cambio climático; la amenaza terrorista a nivel mundial (está perdiendo fuerza)... lo que está claro es que caminamos hacía la hegemonía de alguna amenaza a nivel global. Los problemas locales se van diluyendo. Por lo tanto, considero que los agentes intentan que nuestra percepción vital sea mundial y globalizada, pero observo que este hecho se aleja de las realidades personales. Todavía no estamos preparados para que el deshielo de los polos nos preocupe tanto como la plaga de cucarachas que padece nuestro vecindario.
Y yo me pregunto, ¿Porqué mi principal preocupación es encontrar un buen empleo, para ganar dinero y comprarme un piso? ¿Porqué sentirse amenazado por el terrorismo si tengo más probabilidades de matarme en un accidente de tráfico o por un cáncer provocado por el tabaco? ¿No serán, todos ellos y muchos más, sentimientos de riesgo, de amenaza, artificiales y creados interesadamente por alguien que basa su poder en el papel de protector que le otorgamos?
Ulrich Beck apunta que “las catástrofes climáticas y las crisis petroleras harán desaparecer los peligros de la energía nuclear”. Todo es cuestión de percepción. Sin petróleo, necesitamos eliminar las connotaciones negativas de la energía nuclear. “La subida de los precios de la gasolina beneficia al medio ambiente, pero amenaza con llevar a una recesión colectiva. La explosión de los costes de energía hace disminuir el nivel de vida y genera riesgos de pobreza en el seno de la sociedad”, apunta el sociólogo que ha inspirado este artículo.

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