mercredi 3 octobre 2007

SEMIOTICA

1. Introducción

Al cabo del día, cualquier ser humano se enfrenta a miles de estímulos exteriores sin prácticamente ser consciente de ello. La mayoría de ellos son producidos con el objetivo de interactuar o de conseguir un efecto concreto en dicha persona. Es decir, difícilmente encontraremos una imagen, una frase, una composición audiovisual o infográfica fabricada al azar o sin un objetivo determinado. Y ante esta asimilación de mensajes, el individuo consigue mediante un mecanismo concreto, descifrar lo que otros seres humanos como él intentan explicarle. Es más, no sólo procede a interiorizar o a asimilar, si no que para que exista una interactuación correcta (comunicación – actuación o acción), debe interpretar lo que el comunicante ha querido exteriorizar.
Dicho de otra manera, ese alimento del cual el ser humano se nutre día a día y le permite formar parte de una sociedad concreta, tiene que ser digerido para poder absorber todas sus propiedades y conseguir que se lleve a cabo la acción de COMUNICAR y ser comunicado.
Sobre esta base ideológica se lleva a cabo la acción de “comunicar” en una sociedad concreta, que a su vez permite que los individuos que forman parte de ella puedan sobrevivir. Según Graciela Reyes (El Abecé de la pragmática, 1995) “Comunicar es lograr que el interlocutor reconozca nuestra intención, y no solamente el significado literal de lo que decimos”. No obstante, aunque las miles de acciones y sus posteriores reacciones que llevamos a cabo en nuestra vida cotidiana las realizamos de manera sistemática e instintiva, se producen bajo el paraguas de una serie de “leyes” y conceptos teóricos.
Para explicar razonadamente lo que ocurre cada vez que una persona consigue decodificar un mensaje, y actuar conscientemente partiendo de lo que de él espera el emisor, la sabiduría humana ha conseguido identificar cada parte de dicho proceso, nominarlas, y fundar teorías globales en torno al asunto.

A continuación, se intentará explicar la síntesis de la teoría principal, que gira en torno a la idea de que el proceso comunicativo consta de tres partes (la semiótica): la sintaxis, la semántica y la pragmática.

2. La semiótica: Sintaxis, semántica y pragmática

Una palabra, una imagen, un guiño, una actitud concreta… todos esos elementos y sobre todo el significado que una persona da a cada uno de ellos, forma parte de los bienes y valores que el ser humano ha creado desde que es capaz de vivir en sociedad. Por ello, todo lo que se ha construido encima de esos cimientos que pertenecen al ideario colectivo, van solidificándose sobre una base subjetiva e ideológica. Por consiguiente, es imposible delimitar exactamente hasta dónde llega la semiótica, definirla claramente o darle un espacio concreto a cada elemento que la compone.
Quizás por el hecho de que los eruditos trabajen en un ámbito ideológico (perteneciente al mundo de las ideas), con hipótesis no tangibles y todas las teorías con respecto al tema vayan solidificándose sobre una base filosófica, todas las explicaciones razonadas sobre la semiótica han podido ser criticadas en mayor o menor medida. Es decir, cada autor ha podido retocar el sistema de sus predecesores, añadir nuevos conceptos, hacer nuevas hipótesis y ahondar en mayor medida en uno u otro elemento. Por ello, las definiciones que barajan distintos expertos han podido ser diferentes, las delimitaciones de cada concepto habrán sufrido variaciones y las posibles injerencias de elementos secundarios han cobrado mayor o menor importancia dependiendo del punto de vista de cada autor. (Véase el autor Levinson, que profundiza en este aspecto en su libro Pragmática -1989- en el primer capítulo, - Pags. 1 a 46)
Por último sobre esta idea de “indefinición” dentro de la teoría semiótica, y haciendo especial hincapié en la noción de la dificultad de delimitar claramente cada campo, apuntaremos una frase extraída del libro Pragmática de Levinson (1989): “Puede ser desconcertante la diversidad de posibles definiciones y la falta de límites claros, pero éste no es un fenómeno inusual. (…) los intentos de de definición son raramente satisfactorios (…)”.
No obstante, sin entrar a explicar ni valorar las divergencias sobre el tema, intentaremos destacar los rasgos generales y las ideas principales del proceso comunicativo.
Dicho sencillamente: la semiótica es la ciencia (o filosofía – sobre si pertenece al ámbito de la ciencia o de la filosofía también se discute - ) que explica el proceso comunicativo, identificando y clasificando los componentes que forman parte de él.
Aunque existan diversas y variadas teorías sobre el tema, o tengamos la opción de ampliar la cuestión a conceptos como la lingüística o la fonología, diremos que la Semiótica se compone de tres aspectos: la sintaxis, la semántica y la pragmática.

La sintaxis: “Una noticia informativa”. QUÉ.
“Estudia la relación formal entre los signos” (Levinson, pragmática -1989- citando a Morris – 1938-). En otras palabras, es la descripción formal de lo que vemos o captamos gracias a nuestros sentidos.
Son, por ejemplo, los elementos plásticos en un lenguaje visual (forma, color, espacio, movimiento, composición…).
Si tuviéramos que emplear una metáfora para explicar el concepto, aprovecharíamos los tres niveles interpretativos que existen en el discurso periodístico y en este punto compararíamos el nivel sintáctico con la idea de una noticia puramente informativa. Es decir, el periodista intentará en su discurso ser lo más objetivo posible y se ceñirá a describir lo que captan sus sentidos.

La semántica: “Un artículo interpretativo”. CÓMO
En este nivel profundizaremos algo más y no sólo nos ceñiremos al ámbito de la relación entre los signos, si no que analizaremos lo que transmiten en el proceso comunicativo.
La semántica es, según Morris (1938) “el estudio de las relaciones de los signos con los objeto a los que dichos signos son aplicables”. Podríamos añadir además que se compone de dos niveles: El ENUNCIADO (lo transmitido, el contenido) y la ENUNCIACIÓN (el punto de vista desde el cual se está transmitiendo el enunciado).
Continuando con el símil entre los niveles de la semiótica y los niveles de interpretación periodística podríamos hacer un símil con un artículo interpretativo. En este punto, el periodista interpreta la información en bruto que tiene entre manos y nos ofrece el hecho noticioso pero siempre relatado bajo su punto de vista. Iría más allá que el mero relato informativo y comienza a darle sentido o a explicar el CÓMO de lo sucedido. Es un producto informativo desde un punto de vista más interpretativo.

El nivel pragmático: “La editorial y sus circunstancias”. PORQUÉ
Acotar con exactitud los límites entre el anterior nivel de la semiótica y éste que pasamos a explicar a continuación, es uno de los quebraderos de cabeza de los expertos. De hecho, el propio Levinson nos ofrece en su libro “Pragmática” (anteriormente citado) hasta 13 definiciones con el objetivo de explicarnos dónde comienza y dónde acaba el concepto de pragmática. De todas ellas rescataré los datos más importantes, como por ejemplo: que “la pragmática trata sobre el estudio de las relaciones de los signos con los objetos a los que dichos signos son aplicables”. Pero también afirma, citando a Morris, que “si hacemos referencia explicita al hablante o al usuario del lenguaje entraremos en el campo de la pragmática”.
En resumidas cuentas, diremos que si ampliamos el nivel interpretativo y entramos en interpretaciones más subjetivas y personales del mensaje, traspasaremos los límites de la semántica para situarnos en la pragmática. A nivel periodístico equivaldría a analizar el discurso de un artículo de opinión o editorial de un diario, teniendo en cuenta la coyuntura económica y política, la tendencia ideológica, el cálculo que haya hecho quien haya escrito el artículo sobre las posibles repercusiones de sus opiniones, etc. En este caso, la pregunta que descifraríamos involuntariamente sería el PORQUÉ de la realización de ese mensaje, el motivo principal por el cual alguien intenta comunicarnos algo.
Llegados a este punto, estamos haciendo claramente alusión al concepto de contexto. Levinson por ejemplo, utiliza el término de “injerencias” para explicar esta idea. Contexto es toda la información “extra”, los conocimientos, las informaciones, especulaciones, etc. que el receptor necesita emplear para darle significado concreto a una acción comunicativa.
Para puntualizar esta noción citaremos al mismo autor, que según él “comprender un enunciado implica hacer inferencias que conecten lo que se dice con lo que se supone mutuamente (entre el emisor y el receptor) o lo que se ha dicho antes”. Y cataloga como inferencias las “presuposiciones, implicaturas, fuerza ilocucionaria y otras implicaciones pragmáticas”. Siguiendo esta línea, dos páginas más adelante define el contexto como “el mundo social y psicológico en el cual actúa el usuario del lenguaje en cualquier momento dado” (citas extraídas del libro Pragmática).
Por último, sirva como síntesis de los argumentos teóricos expuestos en torno al tema, una de las frases que mejor resumen la teoría de Levinson: “La pragmática debería tratar de los mecanismos por medio de los que un hablante puede significar más, o algo bastante diferente, de lo que realmente dice, explotando de una manera creativa las convenciones comunicativas”.

3. Análisis práctico
A continuación se llevará a cabo el análisis semiótico de una imagen, en este caso una caricatura realizada por el dibujante Martín Morales.
Publicación: Interviú (Nº 1636 – del 3 al 9 de septiembre – Página 43.
Nivel sintáctico:
La imagen ocupa la mayor parte del folio, del cual excluiremos la parte superior (fotografía y firma del autor) y tomaremos lo dibujado dentro del recuadro para nuestro estudio.
Se trata de una composición en color sobre fondo blanco. Predominan los colores verde, naranja-marrón y violeta. Recalcaríamos la nitidez de todos los elementos, pudiendo distinguir limpiamente todas las formas de la composición, que además forman parte del primer plano, o del conjunto de imágenes que centra la atención del destinatario. No obstante, prepondera un cuerpo que ocupa más espacio que el resto: una figura alargada de color predominantemente verde en el centro, tan sólo quedando perturbada esa armonía, con un círculo de fondo blanco que lleva en el centro una inscripción en rojo. Esta figura se extiende desde la parte central del recuadro (en vertical) hasta la parte inferior derecha, donde el tono del verde se convierte en más oscuro.
En la parte izquierda del encuadre remarcamos otro elemento, en este caso de dimensiones más pequeñas y con el color violeta como predominante. En la parte inferior derecha observamos un tercer cuerpo que mantiene las proporciones del anterior, aunque destaca el color naranja. También comparten unos caracteres tipográficos que rompen la armonía de sus respectivos colores.
Restan dos elementos por citar dentro de esta imagen en su lectura sintáctica: del último cuerpo descrito brotan siete líneas negras que terminan en la parte superior derecha y se unen con dos rectas naranjas, algo más gruesas que las anteriores y que se entrecruzan entre ellas.
La composición visual carece prácticamente de movimiento, aunque sí mantiene cierto equilibrio entre sus componentes.

Nivel semántico:
Los espectadores de esta imagen nos enfrentamos a una composición visual que pertenece al género de la caricatura o representación gráfica de carácter satírico. La caricatura como género artístico suele ser un retrato, u otra representación humorística que exagera los rasgos físicos o faciales, la vestimenta, o bien aspectos comportamentales o los modales característicos de un individuo, con el fin de producir un efecto grotesco (Wikipedia.com). En realidad, no exagera demasiado los rasgos característicos de los elementos (aunque sí en sus proporciones físicas) pero sí engrandece la representación de la realidad.
Se trata de un individuo vestido con un buzo verde que le tapa todo el cuerpo y cubriéndose la cabeza con un pasamontañas del mismo color. Entre el pecho y la cintura porta un círculo con la siguiente inscripción de color rojo: “ETA”. Las siglas hacen referencia a la banda terrorista “Euskadi ta Askatasuna”. El sujeto sostiene con sus manos dos marionetas. Una marioneta o un títere es una figurilla o muñeco que se gobierna de manera que parezca que su movimiento es autónomo (Wikipedia.com). Cada una de ellas es de una clase diferente, pero la alusión que se hace a la realidad es la misma: el objetivo es representar la total dependencia que ambos títeres tienen respecto al elemento central (el individuo que representa a ETA).
Podemos percibir claramente que el núcleo de la acción, el único ser con vida, autónomo en ese sentido, es el ente encapuchado. Bajo su mando, ejecutarán las órdenes que él o ella estime necesarios las dos marionetas: a su derecha sostiene una de ellas, que en su rostro denota fervor, visiblemente exaltada, con los brazos en alto. Incluso podríamos decir que esta enfadada. En la otra parte se sitúa un segundo títere, de proporciones similares y rasgos fisiológicos. En este caso su cara tiene una media sonrisa que denota cierto cinismo. Cada una de ellas representa a un partido político de Euskal Herria (ANV: Acción Nacionalista Vasca / Batasuna), que según la lectura semántica de esta composición y el punto de vista del autor, podríamos deducir que comparten el mismo embrión, nexo de unión, u órgano de acción: la banda terrorista ETA.
Además, Martín Morales ha querido ahondar en el aspecto radical del partido político Batasuna, y por extensión de la banda terrorista, poniendo lo que parece un cóctel molotov en las manos de una de las marionetas.

Nivel pragmático:
La caricatura, utiliza la hipérbole para presentarnos una metáfora en la cual se funden el universo semántico de la política (o problemas políticos) con el mundo de la sátira o parodia. De hecho, observando la colocación de los elementos de la imagen, mirando sin objeción al receptor, el autor ha querido que el público forme parte de la acción (que comprenda claramente el mensaje y se de cuenta de lo que sucede alrededor suyo), utilizando un nivel de enunciación interno. Me gustaría recalcar que aunque este concepto podría formar parte del punto anterior (el apartado semántico), nos sirve para explicar claramente el contexto de esta composición visual.
Morales ha querido caricaturizar el hecho de que la sociedad no se de cuenta de algo tan obvio como lo representado en esa caricatura. Tenemos que tener en cuenta que Interviú es una revista de carácter progresista – liberal (dónde los periodistas y escritores opinan con relativa libertad), con cierta tendencia al sensacionalismo (o a buscar sin reparos los elementos de la realidad que impactan al lector). Por ello considero que el autor ha querido darle un tono irónico a lo que a su juicio ocurre en torno a la banda terrorista ETA y a lo que cierta parte de la sociedad se considera reticente a creer: que el grupo armado controla todos los entes del ámbito social y político de la izquierda vasca.
Hace algunos meses, algunos políticos comenzaron a difundir esa hipótesis. Intentaron que ese mensaje (la fórmula Nacionalismo = izquierda radical vasca = ETA) se expandiera por el ideario colectivo de la sociedad española. Lo que al principio quizás nos parecía una suposición algo imprudente y una equiparación excesiva, hoy en día ha pasado a ser un mensaje que a nadie asombra. Ya nadie duda del hecho de que ese mensaje este totalmente enraizado en el seno de la sociedad. Pero quizás haya todavía gente que les parezca una comparación desmesurada, que necesita de muchos matices. A ese segmento ciudadanos ha querido dirigirse el autor mediante esta caricatura. Porque a pesar de esas características de esta alegoría gráfica, su objetivo no es el de dibujar una sonrisa en la cara del lector, si no mostrarle crudamente y utilizando iconos o signos que hacen referencia a la vida real, lo que sucede en la propia vida real. De hecho, se “ríe” de esos incrédulos. Y para demostrar lo que ha su juicio ya se ha convertido en una situación caricaturesca (el no creerse a pies juntillas el hecho de que la banda terrorista manipula y controla todos los estamentos de la izquierda vasca) representa esa realidad con una caricatura.
Dicho de otra manera, Morales ha producido una caricatura de la caricatura: de una situación real que a su entender ha llegado a convertirse en una situación caricaturesca. Es la parodia de la parodia, o la pantomima de la pantomima.

4. Conclusión
Tras haber profundizado en los conceptos teóricos y haber analizado la imagen, considero oportuno plasmar brevemente una reflexión en torno a la semiótica:
La importancia del contexto o de las inferencias en la comprensión de un mensaje visual. Sin querer redundar en lo explicado anteriormente, quiero añadir una idea en este punto: es obvio que el receptor o quien descifre el mensaje tiene que conocer el código en el que se lleva a cabo la acción comunicativa; sin embargo, considero importantísimo para su correcta interpretación un reciclado constante de los conocimientos generales del individuo. Es decir, el nivel de comprensión de una imagen o un discurso será proporcional al conocimiento que esa persona tenga de lo que le rodea. Eso implica un reciclado constante de nuestra cultura y sabiduría, para dirigir nuestra intuición (porque considero que la intuición inteligente es fundamental para descifrar los mensajes audiovisuales en su nivel pragmático) hacia lo que el emisor quiere que nosotros descifremos en ese mensaje.

3 commentaires:

Roger Seró a dit…

apassionant!!!
;) fins aviat!

ion a dit…

Al colocar la esencia del conocimiento en la formación de una opinión consistente sobre los signos de la realidad exterior, más que en la representación subjetiva de un yo conciencia, Peirce puede ser visto también como un pionero en la filosofía del lenguaje. Su semiótica anticipa así la dirección del giro pragmático de la filosofía y de la teoría del conocimiento mediado simbólicamente.
El alcance de esta semiótica pragmática en relación con el conocimiento y la experiencia se comprende mejor si se la analiza, como hace Apel, a partir de la transformación que realiza Peirce del concepto de conocimiento sobre la base de la idea de inferencia hipotética. Esta efectúa en los juicios perceptivos la síntesis del conocimiento (la concepción de algo como algo) reduciendo los signos de las cosas a “la unidad de una proposición consistente sobre el hecho exterior a través del descubrimiento de un predicado” o símbolo interpretante.(5)
El núcleo de la transformación peirciana del conocimiento finalmente está dado, como se verá más adelante, por la reconstrucción semiótica de la crítica kantiana en términos de una crítica del sentido. A partir de este punto de vista, puede afirmarse que no hay conocimiento de las cosas sino por referencia al conocimiento posible, esto es, primeramente, “por referencia a la posibilidad de construir una opinión sobre ellas que a la vez tenga sentido”(6). La construcción de esa opinión tiene lugar por medio de inferencias en las que interviene siempre un signo, su objeto y su interpretante.

Las categorías semióticas de la experiencia mediada por los signos y el lenguaje.

La transformación de la reflexión filosófica por la investigación semiótica supone pasar de la concepción del conocimiento como medio por el



cual (medium quod) se tiene experiencia de las cosas, a la concepción del conocimiento en tanto que medio en el (medium quo) que se lleva a cabo la experiencia en cuanto síntesis de los datos sensoriales en la unidad de opinión consistente.
Para Peirce “una experiencia es un efecto consciente producido brutalmente que contribuye a formular un habito autocontrolado y, sin embargo, tan satisfactorio cuando se piensa en él, que ningún esfuerzo puede destruirlo”. La palabra autocontrol alude para él al yo o mente para la cual el choque del hecho impone una restricción a su voluntad.
Los tres niveles o dimensiones de la experiencia se relacionan dentro de la semiótica de Peirce con las tres categorías faeneroscópicas que él deduce de la función del conocimiento como proceso inferencial –constantemente mediado en sí mismo- de la construcción de hipótesis. Estas tres categoría configuran todo el ser posible de la realidad que puede ser experimentada y se vinculan con los tres universos de la experiencia que son familiares para todos según Peirce. El universo primero de las “ideas puras” o “nadas etéreas, a las cuales el espíritu del poeta, del matemático o de cualquiera podría dar un lugar y un nombre en esa mente”; el universo de a “actualidad en bruto de las cosas y de los hechos” y el tercer universo de los signos que hacen posible “las conexiones entre objeto diferentes y en particular entre objetos que pertenecen a universos diferentes”(8).
Las categorías que le corresponden a estos universos desde el punto de vista semiótico se corresponden en Peirce con las tres dimensiones del signo o semiosis según la definición del signo o representamen como “algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter"

ami a dit…

Julen creo que habrás hecho un esfuerzo extraordinario para escribir SEMIOTICA,o quizás la hayas gozado... Dices que los eruditos trabajan en un ambito ideológico, con hipótesis no tangibles y ahí está el esfuerzo que hay que hacer para que quien no entien de procesos comunicativos (sintasis,semantica y pragmatica)ni tampoco conoce la teoria de Levinson. De todos modos algo he aprendido.