mercredi 26 mars 2008

Política de otro planeta (versión 2.0)

Cien mil o un millón. Ya no recuerdo cuantos eran. Ni cuándo, ni dónde, ni cómo... y si me apuras, tampoco el porqué. Son promesas de la campaña electoral que no pasan desapercibidas. Porque aunque su estela y resonancia artificial se difuminan en pocos días, la mentira consigue implantarse en nuestros subconscientes. Algunos meses después, el recuerdo de aquellas palabras reflota en nuestra retentiva, acompañadas o no por imágenes de algún mitin y el rostro de algún candidato. De cien mil propuestas alguna nos toca de cerca, quizás la más banal e ingenua, que pasa desapercibida. Pero
Muchos electores no deseaban que ganara ni uno ni otro. De momento, no nos afecta ni el euribor ni la subida del pan, y no nos consideramos extraterrestres. A mi me importa el billete de autobús (porque me da la gana y tengo derecho a ello, aunque no lo coja habitualmente), las retransmisiones deportivas en abierto, la climatología, el estado del ciclismo y la ecología. Tampoco incluyo ciertos aspectos personales, cuya bonanza no depende ni de uno ni del otro candidato. Y como a un servidor, seguro que millones de españoles comparten conmigo algunas preocupaciones, y muchos añaden otras a esa lista de temas que brillaron por su ausencia en la campaña electoral.
Siendo francos, se han gastado en España millones de euros, muchos de ellos obtenidos a través del heraldo público, para financiar una sarta de trolas que pertenecen a un mundo virtual, ficticio, el suyo. Ese mundo que pretenden construir, de angustias e inquietudes del español “estandar”, cortado por el mismo patrón y con las mismas preocupaciones. Un ser estereotipado a quien mentir y convencer les resulta una tarea relativamente cómoda.
Intento repasar con ahínco los puntos más llamativos de la monserga política de cada candidato en plena campaña, y… ¡sorpresa! Mi memoria no ha sido capaz de retener prácticamente nada. Muchas frases retóricas, vacías de contenidos, y alguna cifra en euros sin concretar el propósito final de los números. ¿Soy un imbécil? No, no creo que mi ineptitud sea para tanto. Simplemente, los directores de campaña y de comunicación de cada partido se dedican a ganar unas elecciones, a machacar al contrario, anularlo, aniquilarlo… y para ello recurren a la retórica clásica olvidándose del propio ciudadano. Elaboran determinado discurso con el objetivo de sentar a su candidato en sillón presidencial y se olvidan de los verdaderos requerimientos del público. No son pragmáticos, son políticos profesionales al servicio del triunfo, no del ciudadano.
Y muchos volvimos a picar. Dirán que son los daños colaterales de la campaña electoral, que el receptor volverá a desengañarse y no tendrá fuerza suficiente para tirar de las orejas a sus supuestos representantes. Lo cierto es que no hablaron ni de ciclismo, ni del autobús que tomaré pasado mañana, ni del precio de la gasolina que le fastidia a un colega, ni de las retransmisiones deportivas en directo, ni de ecología. Perdón, miento, de ecología sí dijeron algo y eso nos llamó la atención. Alguno prometió plantar un montón de árboles durante la legislatura, quizás los dos, o los tres… pero ya no recuerdo cuantos eran, ni cuándo, ni dónde, ni cómo... y si me apuras, tampoco el porqué.

Aucun commentaire: