mercredi 19 mars 2008

Sucedió en una biblioteca...

No me mires así. Tus ojos llenos de rencor no reflejan lo que sentimos aquella noche. Atado a la cama y bajo una oscuridad penetrante. Sin sonidos ni estímulos visuales abandonaste tus sentidos. Ocurrió en aquella cama de colchón rígido, donde ebrio te tumbaste, agarraste la almohada de mi lecho y tan ufano como un chiquillo primerizo me esperaste.

Comencé susurrándote al oído lo mucho que te quiero. Até un pañuelo a tu hocico, pero dejé libre tu ciega mirada. Amarré tus manos al cabezal de mi cama, y sentada en tu torso,desnuda, mis ingles sentían el aumento progresivo del ritmo de tu pecho. Sentía cada golpe en mi entrepierna, cosquillas por tu fino bello que con el mío se entrecruzaba. Un hormigueo que poco a poco, paulatinamente se hinchaba.

Me agaché para besar tu cara, sacaba mi lengua que penetraba en tus oídos. Persistía, y persistía mientras escuchabas mis jadeos, soltaba saliva y volvía a respirar el vao de mis hondos soplidos. Después la alargaba para llegar a tus vericuetos auditivos, mientras notaba, palpaba detrás mío, que la rígidez de tu cuerpo se extendía a todos tus miembros.

Mordisqueé tus firmes senos de atleta, y jugaron mis dientes con tus pezones. Exhalaba, inhalaba pausadamente sobre tu piel que ya estaba humeda, salpicada de ligeros cristalitos de sudor, como el rocío de las flores silvestres cada mañana. Mis labios recogieron una gota salada, un escueto aperitivo que aspiró mi garganta.

Soplé el núcleo de tu ombligo y salpiqué, sin querer de saliva el orificio. Continué, después escrutando tu cuerpo, mientras descendía por él asida a una clara y tiesa referencia. Besé en la bajada los obstáculos que me encontraba y rodeé con mi barbilla el que más me importaba. Me acercaba al final de aquel camino y econtré un mastil con una señal ardiente. Dibujé catorce vueltas en torno a él, y mi boca, la frívola serpiente empapada, sucumbió al poder de aquella llama que poco a poco devoraba.

Ahora, volverás de ese lugar donde te hayas escondido para esperarme, y seguirás hundiendo tu nariz en estos libros. Aquí tienes mi nota, escrita por las palabras que aquella lasciva boca dicta ahora en un murmullo. Pensabas que te seguiría a algún lugar, como lo hice aquella noche. Te equivocas. Borra mi rostro, y recuerda mis labios, enciérrate en tu soledad y regálate a tu solitario destino. Pero nunca olvides lo que juntos sentimos.

Aucun commentaire: