vendredi 25 avril 2008

Pitos y palmas para Plan América


PLAN AMÉRICA , serie de televisión.
Director y productor: José María Cano
La 1 (Lunes 22:00), primera temporada

Suenan las trompetas. La plaza está a rebosar. Seis toros de lidia serán enjuiciados por su casta, valentía y saber estar. Seis toros (o a última hora y de propina se sumará alguno más) que pujarán por ganarse la indulgencia de los espectadores y la redención temporal. Palmas en la grada, el respetable acoge con recelo el primero. Sorpresa en el torero, su presa es de porte contemporáneo. Vacila el presidente, que antes de dictaminar sentencia, clava su atención en la faena. Y el toro; el toro se deja llevar porque la suerte está echada.
Así es, así suena la crónica televisiva de la televisión en España. Cada día, o cada noche en pleno prime-time en este caso, el público somete a juicio los contenidos que las seis cadenas nacionales y algunas regionales sacan a la palestra. Los televidentes son capaces de dar puerta a cualquier astado en un abrir y cerrar de ojos, gracias a ese atilugio llamado mando (a distancia); “yo Mando”. En ese sentido, los lunes se convierte en uno de los días de más competencia, y concurrencia en el ruedo. Últimamente pujan algunas películas, la serie de detectives líder en España (CSI), y un par de productos de factura nacional. Entre éstas últimas, está la nueva apuesta de Televisión Española: Plan América.
Cuatro cooperantes (dos médicos, una enfermera y un técnico de mantenimiento) llegan a la sede de una ONG en latinoamérica. Se trata de dar asistencia sanitaria en una zona de conflicto armado. Los nuevos visitantes se unirán al equipo que encuentran allí y entre todos, pondrán en bandeja los típicos enredos sentimentales y profesionales de este tipo de secuelas. Se combina, por cierto, dos recursos de solvencia demostrada: relaciones amorosas y casos médicos. Plan América cumplió sus expectativas en su primera entrega. Tuvo un voto de confianza y consiguió un digno cambio de tercio. Pero la estocada fue mortal en su última emisión (lunes 14 de abril) con un 8,6% de share, lejos del 20% cosechado por La familia mata y el 26% de CSI.
Rodada en las Islas Canarias (Tenerife), reproduce el ambiente hostil de la selva y el desierto sudamericano. Reúne, además, un buen elenco de actores, mezcla entre nuevas caras e interpretes curtidos. En este último grupo ubicaríamos a Pepe Sancho (Cuéntame), Elena Irureta (El Comisario) y Fernando Cayo (Siete vidas, El orfanato). Técnicamente se acerca a una estética cinematográfica, con planos dinámicos y dando una tonalidad ocre a la pantalla, que acierta al imitar el ambiente de la zona.
Pese a elogiar sus atributos positivos, los actores, su factura técnica, su guión plagado de tópicos pero tolerables y entretenidos... ¿porque fracasa? Precisamente por eso. Porque la calidad es un elemento prohibido en la televisión española. Porque el espectador castizo sigue queriendo un producto rudimentario, de andar por casa, con tramas sacadas del costumbrismo español, personajes estereotipados hasta rozar lo histriónico. Porque en nuestras plazas, los pañuelos blancos y las dos orejas se lo lleva la “telebasura” que nadie ve pero no es invisible, porque nunca desaperece. Porque el espectador tarda dos programas en husmear el tufo intelectual de una serie y por eso la descarta. Porque algo como Plan América, que mira de reojo e inconscientemente hacia una revisión del colonialismo español, escuece en las retinas de aquellos que nunca fueron capaces de asumir sus errores. Por todo ello, fracasa.
En cierta manera, y visto el panorama, el esfuerzo que hace la cadena pública por no compartir el barro con la competencia es loable. Parece que periódicamente se acuerda de sus responsabilidades y estrena un producto correcto, dentro de cada género. Pero su ruedo nunca cuelga el cartel y sobran las entradas. Fracasó Made in China, un programa de humor “inteligente”, o Vientos de Agua, una perfecta puesta en escena de un episosio histórico por parte de Juan José Campanella, por poner algunos ejemplos.
La televisión dejó hace tiempo de ser educativa, cuando la competencia se percató de que los teóricos se equivocaban: la pequeña pantalla era, y es, el espejo de nuestro subscosciente más absurdo, más inculto y más chabacano. Tampoco pretendamos que el aparato reemplace la plaza pública donde verdaderamente se debaten los temas de interés nacional, el bar y su “cañitas”.
A todo toro le llega su... santo. En este caso, tuvo una vida breve. Plan América se salvó por ser un novillo que prometía. Pero en la arena televisiva, así como en el toreo, poco tiene que decir el animal. El futuro de su carne no lo decide él, por muy jugosa y digna que sea. Pronto, el presidente devolverá el astado muerto a chiqueros, y sólo los críticos abandonaremos nuestras butacas para aplaudir su renovada entereza. Ojalá nos equivoquemos.

Julen Orbegozo

1 commentaire:

Unknown a dit…

Con Vientos de Agua se dejaron perder una de las mejores series de nuestra historia. No he visto aún una serie que te haga reír y llorar en un mismo episodio, y así en los 13 que la forman. Seguramente es pq narra hechos verídicos y realmente transcendentales, y eso a la gente le produce urticaria. Eso de que las verdades ofenden, se podría aplicar aquí; "las realidades tbn ofenden". Nadie es racista y a nadie le molesta que venga gente de otros países para salir adelante..(ja-ja-ja). Lo que muchos no deben saber es que nosotros fuimos los primeros en huir...mentira, ¿cómo no lo van a saber? Entonces, ¿qué pasa? Que la gente es tonta o es que le gusta serlo. En fin, hablando de estos temas me indigno...Una serie que tendría que ver muchísima gente.